viernes, 7 de marzo de 2014
LOS DIEZ DERECHOS DEL LECTOR
por Daniel Pennac
1.- El derecho
a no leer
El
derecho a no leer nos permite períodos de dieta, durante los cuales no tenemos
ningún libro en nuestras manos, ya sea porque existen otras obligaciones, otros
entretenimientos u otros intereses que ocupan nuestro tiempo, sin dejar por
ello de seguir siendo lectores.
2.- El derecho
a saltarse páginas.
El
derecho a saltarse páginas nos brinda la libertad de leer, con una cierta
rapidez, textos extensos cuyo contenido no es de nuestro interés en su
totalidad y, aunque se tratara de una novela, nos permite seguir el hilo de la
acción y obviar largas descripciones o disquisiciones del autor, que irrumpen
–inoportunamente- en medio de la trama.
3.-El derecho
a no terminar un libro.
El
derecho a no terminar un libro se constituye en un alivio cuando -lectores
compulsivos- nos resulta difícil aceptar que ese libro no nos atrapa lo
suficiente como para terminarlo, y hasta sentimos algo de “culpa” por no llegar
al final. Según Pennac, existiría una especie de química que no funciona entre
la obra y nosotros lectores; en algunos casos, volvemos a ella después de
transcurrido un tiempo o, tal vez, quede para siempre en el olvido en un
estante de nuestra biblioteca.
4.- El derecho
a releer.
El
derecho a releer desarrolla un buen hábito -especialmente si se lo ejercita
desde la escuela- ya que no siempre podemos comprender un escrito a partir de
una primera lectura. Con respecto a las obras literarias, más de una vez
descubrimos nuevos mensajes después de la relectura de una novela o de un
cuento, hecho que se acentúa con la poesía, cuya relectura no sólo nos permite
descifrar un significado sino que, muchas veces, nos deleita al volver a
recorrer sus versos con la vista.
5.- El derecho
a leer cualquier cosa.
El
derecho a leer cualquier cosa hace que, más de una vez, empecemos por la
lectura de “malas novelas” -especialmente durante la adolescencia- para acceder
después, a las “buenas lecturas”. Al decir de Pennac, “una de las grandes
alegrías del pedagogo es -cuando está autorizada cualquier lectura- ver a un
alumno cerrar solo la puerta de la fábrica best-seller para subir a respirar
donde el amigo Balzac.”
6.- El derecho
a leer lo que me gusta.
El
derecho al bovarismo no es más que ese primer contacto con la obra literaria;
la emoción, el sentimiento, la confusión de la imaginación con la realidad, la
penetración en un mundo diferente del real. Nuestras primeras emociones como
lectores, nuestros recuerdos de lecturas adolescentes y esa siempre válida
postura de lector ingenuo, nos harán disfrutar siempre de la lectura.
7.- El derecho
a leer en cualquier parte.
El
derecho a leer en cualquier parte es aprobado y compartido tanto por ávidos
lectores como por quienes se acercan muy de vez en cuando a la lectura. No
importa dónde, lo importante es “leer”, hasta tal punto que, más de una vez, la
concentración y abstracción del mundo real al que nos lleva la lectura, hace
que olvidemos bajar de un colectivo o de cumplir con la hora de alguna
actividad planeada previamente.
8.- El derecho
a “picotear”.
El
derecho a picotear está estrechamente relacionado con la falta de tiempo para
leer en forma completa un libro, pero nos permite abrirlo en cualquier página y
descubrir allí el comienzo de una posterior lectura o simplemente la
posibilidad de trasladarnos por unos minutos, a otro mundo o lugar. Muchas
veces volvemos a una lectura ya hecha en busca de un dato determinado o de una
frase recordada a medias.
9.- El derecho
a leer en voz alta.
El
derecho a leer en voz alta -un ejercicio que se ha perdido últimamente en las
escuelas, pero que los alumnos de cualquier edad aprecian y solicitan a menudo-
permite dar vida al texto y compartirlo con el grupo. Pennac sostiene con
certeza que “quien lee de viva voz… si lee de verdad… si su lectura es un acto
de simpatía con el auditorio tanto como con el texto y su autor, si logra que
se oiga la necesidad de escribir y despierta nuestra más oscura necesidad de
comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la muchedumbre de
aquellos que se creían excluidos de la lectura se precipitan en ella tras él.”
10.- El
derecho a guardar silencio.
Finalmente,
en el derecho a callarnos, aparece una vez más, el acto de leer como un momento
de intimidad del que nadie debe dar explicaciones a nadie…”nuestras razones
para leer son tan extrañas como nuestras razones para vivir. Y a nadie se le ha
otorgado poder para reclamarnos cuentas sobre esta intimidad.”
http://bibliolachar.blogspot.com/2013/04/los-diez-derechos-del-lector.html
jueves, 6 de marzo de 2014
domingo, 2 de marzo de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)